Contacto Agro-Industrial Exportaciones con expectativas y una industria cada vez más presionada

Exportaciones con expectativas y una industria cada vez más presionada


El reciente acuerdo comercial entre el presidente Javier Milei y su par estadounidense, Donald Trump, abrió una ventana de optimismo para la cadena de ganados y carnes de Argentina. La posibilidad de ampliar el comercio bilateral de carne bovina se perfila como una oportunidad estratégica para consolidar la demanda externa y ofrecer previsibilidad en precios, un factor clave para incentivar inversiones en la ganadería.

Estados Unidos es un mercado relevante no solo por su capacidad de compra, sino también por la agilidad de sus procesos: acepta todo tipo de cortes sin hueso y reconoce a SENASA como autoridad competente para habilitar plantas, algo que contrasta con China, cuyos procesos de auditoría pueden demorar más de cinco años. Actualmente, Argentina dispone de una cuota de 20.000 toneladas asignada bajo el criterio de “past performance”, un sistema que, según FIFRA, favorece a empresas grandes y dificulta el crecimiento de firmas en expansión. Una eventual ampliación del cupo abriría la puerta para revisar la distribución y fortalecer la presencia de plantas de ciclo completo en el mercado norteamericano.

Sin embargo, el panorama interno dista de ser optimista. Mientras crecen las expectativas exportadoras, la industria frigorífica enfrenta una situación cada vez más delicada. Los precios de la hacienda continúan en niveles históricamente altos, impulsando la producción pero asfixiando a los frigoríficos, tanto exportadores como abastecedores del mercado interno. El sector advierte que los márgenes son negativos, existen quebrantos en contratos vigentes y, de sostenerse esta dinámica, la situación se volverá comercialmente insostenible.

La estructura de la faena bovina expone otra dimensión del problema. Entre enero y octubre se registraron casi 11,4 millones de cabezas faenadas en 359 establecimientos. Más de la mitad de ellos (202 plantas) faenan menos de 1.500 bovinos por mes, un nivel considerado crítico para sostener estándares sanitarios, exigencias impositivas y operaciones eficientes. En provincias del norte, como Formosa o Chaco, esta fragilidad se acentúa: concentran casi el 10% de los establecimientos del país, pero aportan apenas el 2% de la faena total y ninguna de sus plantas es exportadora.

Las recientes denuncias sobre faena ilegal en Formosa volvieron a poner en agenda un problema que el sector viene señalando desde hace años: la competencia desleal. En un escenario donde la industria formal soporta altos costos laborales, tributarios y sanitarios, la actividad informal crece sin control y profundiza la pérdida de competitividad. Para las plantas regionales, especialmente las más pequeñas, la falta de fiscalización efectiva puede traducirse directamente en cierres y pérdida de empleo formal.

En su análisis, Daniel Urcía advierte que el Estado debe asumir un rol activo para corregir estas asimetrías. La combinación de precios récord de hacienda, márgenes industriales en retroceso y expansión de la informalidad genera un contexto de riesgo para la industria frigorífica formal. Sin controles adecuados y políticas que equilibren el terreno competitivo, los frigoríficos regionales podrían quedar en una situación de vulnerabilidad extrema.

El acuerdo con Estados Unidos ilumina una perspectiva positiva hacia el futuro exportador, pero su impacto dependerá de que la estructura industrial pueda sostenerse en el corto plazo. La ganadería argentina enfrenta hoy una doble realidad: oportunidades crecientes en el mercado externo y un frente interno cada vez más complejo, donde la informalidad y la falta de competitividad amenazan la sustentabilidad del sistema productivo.


Fuente: Daniel Urcía, Presidente de FIFRA y Vicepresidente de la Unión Industrial Argentina. Publicado el 20 de noviembre de 2025.


Fecha: 24/11/2025

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